RETO DE APRENDIZAJE MODULO 1


EXPECTATIVAS SOBRE LA MATERNIDAD

    

La llegada de un@ hij@ suele ser un momento de ilusión y felicidad en una familia pero, al mismo tiempo, es frecuente que esté asociada a la frustración por no poder alcanzar las expectativas que la Sociedad espera de las mujeres.

La madre debe estar disponible 24 horas para la crianza: amamantar a demanda, velar el sueño, mantener la higiene del bebé… es la “naturaleza” la que condiciona que sea la persona idónea para la realización de estas tareas (madre no hay más que una). En el imaginario popular el padre debe “acompañar” y “colaborar” pero no hay presión, si ejerce una paternidad activa es un padre maravilloso (¡qué suerte tienes!) y si no, es lo normal (hija, ¿qué quieres? Los hombres son así). Esta situación afecta a la salud corporal y mental de las mujeres, ya que desatienden su autocuidado y se sienten culpables si disfrutan de algún momento de desconexión.

A esto debemos añadir la carga laboral. El modelo de familia tradicional de padre “trabajador” que trae el dinero a casa y madre “ama de casa” que cuida del hogar se diluye poco a poco de nuestra realidad cotidiana. Sin embargo, en la Sociedad todavía no se ha producido el cambio de mentalidad. Esto afecta al desarrollo profesional de las mujeres, a las que se cataloga de “ambiciosas” si dan prioridad a sus logros profesionales. Además, genera sentimientos de culpabilidad por no llegar a ser ni una “buena trabajadora” ni una “buena madre” (techo de cemento). Este desgaste incide también en las posibilidades de promoción de las mujeres y en la dificultad para acceder a puestos de responsabilidad (techo de cristal).

Necesitamos que la Sociedad se olvide de etiquetas y roles y permita a las familias (sea cual sea su composición) desarrollar su vida fuera de estereotipos y roles de género. Necesitamos que, igual que la mujer se ha incorporado al mundo laboral, el hombre asuma los cuidados (hijos, dependientes, hogar…) y se valore la importancia del tiempo dedicado a estas tareas. Necesitamos que las instituciones y las empresas avancen en la aplicación de políticas de conciliación y flexibilicen los horarios para adaptarse a la realidad de sus trabajadores y trabajadoras.




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